Las demandas por alimentos a favor de los animales no solo van a ser inevitables en un futuro en el contexto del derecho colombiano, sino que actualmente serían una de las herramientas jurídicas que garantizarían una protección real de los animales de compañía (los que conocemos como mascotas). Veamos el porqué.
El abandono de los animales de compañía les produce dolor y muerte. Ninguna de las ciudades de Colombia se salva ante este panorama de indiferencia e irresponsabilidad humana y estatal. Solo podríamos empezar a cambiar esta tragedia por medio de medidas drásticas, como por ejemplo: erradicar —ojalá prohibir— la cultura de la compra y venta de lo que se llaman mascotas y pasar a promover la adopción, siendo esta la única opción de tener un animal de este tipo en la familia. ¿Muy radical? No creo. Las “mascotas” son seres capaces de dar y recibir afecto (seres afectivos), así que cuando decidimos incluirlos en la familia adquirimos una responsabilidad de por vida con ellos, pues estos siempre serán dependientes de nosotros. Asumimos una responsabilidad económica y de su cuidado y, por tanto, les debemos alimentos. En nuestra realidad los incluimos en la familia y, en el derecho, cumplen todos los requisitos jurídicos para que se les deban alimentos, menos el de ser seres humanos; esa es su mayor desgracia, su infierno.
Ahora bien, si el derecho, en todos los ámbitos, intenta progresar con nuevas herramientas para incluir a los animales en el derecho de familia, está fortaleciendo en últimas el núcleo esencial de nuestra sociedad y, de paso, a los animales. Es importante el orden. La familia actual la conforman también los animales. Si un perro o un gato que pertenece a una familia se enferma, accidenta o muere, la familia se afecta directamente y las emociones emergen. Desde este punto de vista, proteger a los animales es protegernos a nosotros mismos. Por otra parte, las familias que consideran al animal de compañía con una relevancia accesoria, de adorno y casi cosmética deberían saber la responsabilidad de por vida y jurídica que asumen.
Por lo pronto, necesitamos empezar a presionar desde lo administrativo, legislativo y judicial para que cualquier ciudadano y el Estado puedan tener el derecho y el deber de exigirle a una persona una cuota alimentaria para un animal de compañía y desestimular el abandono. El derecho debe facilitarnos la forma de garantizarles los alimentos.