Que los animales de compañía -popularmente conocidos como “mascotas”- hacen parte de la familia, es una verdad que tarde o temprano el derecho va a terminar asimilando con todas sus consecuencias. Vendrán sentencias, planes de desarrollo, nuevas leyes, decretos y reformas a la Constitución Política de 1991 que son necesarias y fundamentales para que el derecho se adapte a las nuevas exigencias de la realidad y la ética.
Los animales de compañía los hemos aceptado dentro del círculo afectivo de nuestra familia, hacen parte de ella y son capaces de dar y recibir afecto. Cualquier acto que los implique negativa o positivamente repercute en la salud emocional de la familia, el núcleo esencial de nuestra sociedad, constitucionalmente hablando. Los animales de compañía son nuestra responsabilidad, les debemos alimentos. Sí, les debemos alimentos incluso desde el derecho de familia, y aunque, aún no lo reconozca nuestro ordenamiento jurídico colombiano, vamos en ese camino. Es cuestión de tiempo, que se desarrollen los debates en los diferentes auditorios de la academia, jurídicos, judiciales, de la opinión pública y en nuestros propios hogares. El deberles alimentos es un asunto que es para mí constitucional, pero aún ilegal, como lo he expresado desde el año pasado en mi libro “Los animales desde el derecho. Conceptos y casos en Colombia”.
De esta manera, a los animales de compañía debemos tratarlos como seres afectivos y sintientes, por lo tanto, se deben comprar ni vender, deben ser adoptados. Toda relación que tengamos con los animales de compañía debe excluir tratarlos como como cosas, pues los denigra y los puede condenar -como lo pasa con muchos- al abandono, la soledad, el sufrimiento y la muerte. No podemos claudicar en la lucha contra el abandono de animales de compañía que hacen muchos hombres y mujeres, actos que aún quedan en la impunidad. Pero una de las formas es empezar a utilizar un lenguaje que no los cosifique y, más bien, los empiece a relacionar directamente con las responsabilidades y protecciones que tenemos al interior de una familia.
Por otra parte, la doctrina ha intentado llamar a la familia que es compuesta por seres humanos y animales de compañía como “familia multiespecie” y ha empezado a analizar las vías para que sea reconocida desde el derecho a cabalidad. Bajo toda esta lógica expuesta, es más que pertinente y constitucional el Proyecto de Ley que actualmente cursa en Congreso de la República que intenta establecer en el ámbito laboral un reconocimiento de los animales como elementos de estabilidad emocional. Así las cosas, en la eventual muerte de un animal de compañía que pertenezca a la familia se podrán otorgar unos días de licencia por su luto, que será remunerada con el fin de contribuir al recogimiento propio de la perdida de un miembro de la familia. Las eventuales objeciones a esta norma podrán ser muy mínimas, casi inexistentes, será una norma que no solo da valor a los animales, sino también al trabajo y, ante todo, que fortalece en últimas la familia. Tienen, en especial, tres mandatos constitucionales que fortalecen al proyecto: los animales, el trabajo y la familia ¡Obligado el Congreso a aprobarla!
Este Proyecto de Ley podría ser realidad el próximo año cuando se completen sus cuatros debates para ser Ley de la República. Sería una evolución lógica de nuestro ordenamiento que empieza a garantizar en derecho lo que de hecho ya involucró a los animales, que han sido invisibles para nuestro sistema jurídico durante mucho tiempo.
Según el DANE y Fenalco el 67% de los hogares colombianos cuentan con animales de compañía. Además, resalta que cerca de un 45% de los hogares en donde no hay hijos, sí tienen animales de compañía. Lo que podría llegar a pensar que un gran porcentaje de los hogares colombianos ven en los animales de compañía una preponderancia vital en su estabilidad, máxime sin sabemos que hay paraje que deciden no tener hijos por voluntad propia y decisión de vida, pero sí animales de compañía. El interés ha ido creciendo, la preocupación por el bienestar y la protección de los animales ya no es una postura alterna, ni de pequeños grupos animalistas o radicales, sino va en la vía de ser hegemónica pues la ciencia, la moral, la ética y derecho han venido demostrando que los animales deben tener un protagonismo en, prácticamente, todas las áreas del derecho.